Los más jóvenes quizá crean que los videojuegos siempre han sido como los de ahora, pero los que vivimos el nacimiento de esta forma de ocio sabemos que no.
Uno de los videojuegos míticos en aquellos inicios fue el Pong. Este videojuego, en blanco y negro, consistía en una bola que rebotaba por la pantalla. Ésta estaba partida, y cada jugador controlaba un lado, en el cual tenía una barra vertical que movía para que la pelota rebotase en ella.
Ese juego tan simple proporcionó horas de diversión a todas una generación, que jamás había imaginado el poder jugar en su televisión, en el salón de su casa.
Años después, unos investigadores le han encontrado una nueva función a Pong. Se trata de diagnosticar de manera precoz enfermedades cerebrales, como el Parkinson.
Para ello se apoyan en un equipo muy sencillo. Hace falta una pantalla y el videojuego, mientras que el paciente lo mira a través de unas gafas especiales en las que tiene que apoyar la cabeza para que ésta no se mueva.
Se parecen mucho a las gafas que se usan en oftalmología para ver la salud visual. A través de ellas ,el paciente sólo tiene que seguir el movimiento de la bola a través de la pantalla.
Gracias a las gafas, los médicos pueden observar el movimiento de los ojos, que tiene que ser continuo y sin sobresaltos. Si los ojos no son capaces de seguir la bola de forma continua, ya saben que ese paciente va a tener problemas cerebrales en un futuro próximo, o que ya los tiene de manera incipiente.
Este es una ejemplo más de cómo la tecnología mejora nuestra vida, sobre todo porque gracias a ella los medios de diagnóstico se están abaratando. Así, donde antes hacía falta una máquina carísima, ahora se puede hacer lo mismo con una muy sencilla.