En Europa, las autoridades de tráfico cada vez están más preocupadas por los accidentes, de manera que hacen todo lo posible para evitarlos.
Entre otras medidas, en las carreteras ponen radares para que los conductores no pasen el límite de velocidad. Hasta ahora los había fijos y móviles, los cuales miden la velocidad instantánea.
Esto hace que sea complicado cazar a los conductores infractores, pues para «pillarlos» justo tienen que estar infringiendo el límite de velocidad al pasar por el radar.
Por eso, se han desarrollado los radares de tramo, de los cuales ya hay unos 16 en España. Estos radares no necesitan cazar al infractor en el momento que se pasa del límite de velocidad.
Si funcionamiento es sencillo, ya que aplican la fórmula velocidad igual a espacio dividido entre tiempo que nos enseñaron en el colegio para calcular la velocidad de un objeto.
De este modo, estos radares de tramo tienen dos cámaras. Una está al inicio del recorrido y la otra al final. Las cámaras guardan las matrículas de los coches, y para saber si nos hemos pasado de la velocidad máxima, sólo tienen que medir el tiempo que tardamos en recorrer ese tramo.
Eso significa que si el límite de velocidad es de 120 km/h, no vamos a poder pasarlo en todo el tramo. Hasta ahora, para evitar la multa sólo teníamos que pasar a esa velocidad por la cámara del radar, pudiendo acelerar al hacerlo.
Si ahora aceleramos, cuando lleguemos a la segunda cámara se aplica la fórmula y se verá que no hemos ido a 120 km/h, por lo que nos llegará una multa a casa.
En el caso de los radares de tramo no hay error, por lo que si detecta que hemos circulado a 121 km/h la multa nos llega a casa y tendremos que hacer frente a ella por correr demasiado.